Esta es la historía de un tipo,
Steve Wynn (patoso para los amigos), que compró un Picasso (el pintor ese que sus cuadros son como los de los niños de las guarderías) que se titulaba “el sueño”, por unos 50 millones de dólares y consiguió revenderlo por 139 millones de dólares (aquí iría un silbido y un ¡ostras Pedrín!).
Hasta aquí todo normal (si se puede considerar normal embolsarte esa cantidad de dinero), pero todo se empezó a torcer el día que invitó a sus amigotes (que son como los tuyos pero ricos) a un acto para contar la hazaña de la venta y bacilar un poco de lo muy rico que era.
Como cualquier presentación que se precie requiere de la presencia del objeto en cuestión, y allí estaba el Picasso en todo el medio del escenario y el tal Steve a su vera más contento que unas castañuelas, haciéndose el gracioso, sabiendo de antemano que todos los allí presentes le iban a reir cualquier gracia sin gracia como muestra de su carácter de lameculos.
Pero claro, era tal la alegría de este propietario de hoteles y casinos de las Vegas que es su muestra de regocijo, al extender un brazo (tenía dos) golpeó fuertemente el cuadro con el codo.
El silencio se apoderó de la sala y una voz al fondo dijo: PRINGAOOOOO (bueno, esto es mentira, pero es lo que hubiera gritado yo de haber estado allí)
El tipo, muerto de vergüenza, tomo a risas el suceso y comenzó a bromear, “oh, mierda, miren lo que hice, gracias al cielo que fui yo quien lo hizo”.
Y es que lo que en un principio iba a ser una fiesta para dar a conocer la hazaña de haber batido el record de dinero pagado por una obra se convirtió en el hazmerreír de los allí presentes.
Este hombre, que más tarde justificó su torpeza diciendo que sufría
retinitis pigmentosa, que debe ser una enfermedad que te hace calcular mal las distancias, se ha ganado a pulso el adjetivo de PRINGAOOO!
Aunque al final la venta siguió adelante y el comprador se quedó con los cascos.
más informaciónEtiquetas: Internacional